Llegó una vez más ese momento de la semana donde dejamos de concentrarnos en el vaivén de los brazos y el chapoteo de las piernas, y nos dedicamos un poco más en el pensar. El objetivo, en caso de no haber leído la entrada de “llamarse a sí mismo, es pensar en cosas que se encuentran por fuera del contexto en que nos encontramos físicamente. Entrena la mente a ver las cosas de otra manera; para que tarde o temprano podamos ver un problema desde un ángulo distinto y encontrar su solución de una manera más efectiva.
El subconsciente es reconocido como la fuente de creatividad, intuición, inspiración, iluminación espiritual, etc. Dentro de lo que abarca esto, la realidad se expanda, gira y se desplaza creando una matriz que es mucho más elástica que la que percibe la mente consciente. Cuando logramos el acceso a nuestro subconsciente nos libramos de las cadenas de la lógica y practicidad.
Los mensajes que recibes de tus sueños y ancestros te informan acerca de lo auténtico, únicos y sagrados que eres. Cuando le pones atención a estos símbolos, segues el camino de tu evolución.
La vida te habla a través de los símbolos, te guía a través de ellos; el problema radica en que la vida moderna tiene tanta bulla que no les ponemos atención, así nos estén pegando en la cabeza con ellos.
Vaciar una Palabra de Sentido
El ejercicio de hoy va radicar, no en encontrar el significado a los símbolos de la vida para que nos guíen en el camino hacia la… bla bla bla bla. Todos eso al carajo. El fin del trabajo de hoy es desimbolizar un objeto, es hacerle perder su sentido. Puedes hacerlo con algo insignificante como un lápiz o un remos, las gafas de natación, etc; o lo puedes hacer con algo que te haga daño, a lo que le tienes un significado negativo. Tú escoges.
Como hacerlo:
- Una vez seleccionado el objeto lo vas a sostener en la mano, o lo vas a visualizar, en caso que no se pueda mojar o sostener.
- Repite su nombre, en voz baja: “gafas”, “gafas”, “gafas”, “gafas”, “gafas”, “gafas”, “gafas”.
A la piscina y media debes comenzar a sentir que la palabra se acartona; ya no sabes ni donde empieza no donde termina. A la segunda piscina llegas a lo absurdo, ya no sabes si estás diciendo “gafas” o “fasga”, o “fasgasfasgas”, en fin la palabra a perdido todo sentido y significado. Pero no es solo la palabra la que se transforma y se pierde en lo absurdo. La materia, el objeto en sí se vuelve más denso, más pesado, más nuevo; ahora está más presente que antes, pero distinto en su estado actual es tan reciente que para mencionarlo toca señalarlo con él dedo.
Repetir una palabra una y otra vez disipa por completo su significado. ¿No resulta maravilloso?¿O espantoso?¿o chistoso? Basta con unos instantes para cambiar el chip que tenemos instalado. No todo tiene que ser como es. Si no te gusta, ya sabes cómo lo puedes cambiar.
*Este ejercicio lo saque y adapté del libro 101 experiencias de filosofía cotidiana de Roger-Pol Droit