Lo ideal es estar en un arrecife de verdad, pero dado a que éste es un ejercicio para hacer en la piscina, entonces tendremos que recurrir a nuestra agencia de viajes de confianza… nuestra imaginación. En lo posible nada relajado, mantén una respiración regular. Así podrás estar tranquilo y disfrutar del viaje a un ritmo constante.
Este es un ejercicio adaptado del libro de Roger-Pol Droit “101 experiencias de filosofía cotidana”. Lo digo para que no creas que me he tomado más agua con cloro de lo permitido legalmente.
Comenzarás el ejercicio produciendo, por repetición, “un ritmo sin sorpresas”, sin pensamiento alguno. Para saber si vas al ritmo que es ¡PARA! Deja de nadar así estés en la mitad de la piscina, mira hacia arriba, y sigue respirando. Si los corales siguen en movimiento, es por que vas por donde es. Si por lo contrario se quedan quietos, sigue andando que aún te falta llegar al punto de partida.
Cuando encuentres tu ritmo, sabrás que has entrado en la madriguera del conejo, y que estas en otro mundo. Aquí lo que parece una piedra es un animal, y lo que es un animales parece una piedra. Dios tenía que estar en un viaje muy psicodélico cuando creó el mar.
Imagina que el bosque es tu alma. Estas nadando dentro de ti mismo. Los peces, medusas, tiburones, corales no están afuera de ti, hacen parte de ti. Te encuentras deambulando en ese mundo desconocido, donde el azar es ley, y el orden el crimen. No trates de entender, no busques nadar en contra de la corriente. Solo nada y aprecia lo raro, lo colorido, lo oscuro, lo miedoso que es nadar en estas aguas.
“Vislumbra que quizá el spiritú no tiene un exterior, o bien, suponiendo que sí exista, que no podemos saber nada de él.
Saca tus propias conclusiones de este viaje. “Lo imaginario no es nunca, ni tiene que serlo, algo que se añade a lo real, que se le opone, lo contradice o lo difumina. Siempre es la propia realidad lo que hay que convertir en algo imaginario.”
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